Si me sigues en Twitter, te habrás dado cuenta de que me he pasado las últimas semanas limpiando, organizando y deshaciéndome de bolsas y bolsas hasta arriba de cachivaches que no quiero tener en casa. La culpable de este huracán de limpieza y orden que me ha poseído es Marie Kondo, la japonesa que ha revolucionado el mundo del minimalismo y la organización con este primer libro: La magia del orden. Ella misma ha bautizado a su método con el nombre de KonMari, y os anuncio que se ha convertido en la guía espiritual y filosófica del resto de mi vida.
Por si alguien no está familiarizado con este libro, lo explico brevemente: consiste en sacar TODAS tus posesiones terrenales según su categoría (toda la ropa, todos los libros, todos los utensilios de cocina, etc.), ponerlas todas juntas para que te dé un soponcio tras el impacto visual que suponen todos los objetos que acumulas; descartar lo que no te provoca felicidad y/o no necesitas y, finalmente, buscar un sitio para el resto de cosas que de verdad quieres tener, de manera que quede organizado todo para siempre; que cada objeto tenga un lugar al que volver después de ser usado.
Mi experiencia ordenando
Como os podéis imaginar, es más fácil decirlo que hacerlo, pero os cuento un secreto: todo es empezar. La autora, que vive de enseñar a la gente a organizar, recomienda un orden concreto, que he seguido a rajatabla. Os voy a contar cómo lo hice, y os voy a enseñar fotos del proceso, con la intención de que veáis que esto no es un camino de rosas, ni mucho menos. Requiere muchísimo esfuerzo, muchas horas, y muchas decisiones que tomar sobre tu vida en general. Allá vamos.
1) Ropa
Yo pensaba que no tenía mucha ropa, pero lo primero que tuve que hacer fue dividir la categoría “ropa” en subcategorías ya que no me iba a dar tiempo a hacerlo todo en un solo día. Sin comentarios. Además, me dio tal impresión ver la cantidad de ropa que tenía encima de la cama, que no hice foto por pura vergüenza. Como os digo, ordenar y desechar prendas, y todo tipo de cosas, lo que hace es sacar tu comportamiento a la luz, y darse cuenta de lo que uno ha sido durante tantos años (consumista, acaparador…) es bastante duro.
Pues bien, organicé los zapatos un día, otro para la ropa interior, la ropa de la casa, los abrigos y, finalmente, el resto (camisas, jerséis, pantalones, ropa de deporte). Terminé con 12 bolsones llenos de prendas que no me gustaban, no me valían y/o no me ponía desde hacía tiempo. Lloré al despedirme de prendas que había disfrutado en el pasado; limpié los armarios, cómoda y zapateros; doblé las prendas como Marie Kondo recomienda, y fui feliz por siempre jamás. Bueno, hasta que me di cuenta de que debía hacer lo mismo con el resto de mis cosas
2) Libros
Por supuesto, si estás leyendo esto, pensarás que no he podido deshacerme de los libros o que, si lo he hecho, no merezco ser llamada bibliófila. Quizás tengas razón.
Lo cierto es que me he desecho de 250 libros, y sin pestañear, aunque es verdad que Marie Kondo recomienda hacer una purga mucho más brutal que la mía. He seguido el siguiente patrón (de mi propia cosecha):
Para los libros que ya he leído: libros que me han encantado, se quedan; libros que me han gustado y que he prestado a mi abuela/familiares/amigos y han regresado a mí, se van. Estos últimos ya han cumplido su función y estoy segura al 100% de que no los voy a releer.
Para los pendientes me he hecho la siguiente pregunta: si tuviera todo el tiempo del mundo, ¿leería este libro? Así he ido descartando unos y conservando otros. La autora explica muy bien esto que todos los lectores sabemos intrínsecamente: que cada libro tiene su momento y que, si no lees un libro justo después de comprarlo, es muy probable que no lo leas nunca. Yo no he sido tan radical y he conservado muchos pendientes que creo que sí me apetecen y me van a gustar. Pero también hubo muchos que descarté.
El caso es que ya estaba pensando en visitar Ikea y comprar nuevos Billys, pero ahora tengo estantes enteros vacíos. VACÍOS. Y siento una paz interior difícil de explicar.
3) Papeles
Esta era una categoría que estaba deseando organizar. Cada cierto tiempo he tirado apuntes y cuadernos de la carrera atrasados e inútiles ya, pero nunca había hecho una limpieza “a fondo”. No fue fácil, y estuve muchas horas mirando cada papel y decidiendo qué tirar. Además tenía montones de libretas (me encantan) que tuve que desechar también básicamente porque no las he usado nunca; me quedé con cuadernos en blanco para apuntes, los contratos, nóminas y ese tipo de papeles que se deben conservar, y las libretas que más me gustaban.
4) Categorías “pequeñas”
Tras los papeles, y viendo ya gran parte de la casa ordenada, entré en una vorágine del orden: organizaba entre semana una categoría “pequeña” (productos de limpieza, peluches, cajas de cartón etc.), y dejaba para el finde el maratón eterno de las categorías grandes. No veo ninguna pega en ir haciéndolo así, siempre y cuando organices todos los objetos de esa categoría.
Cantidad de objetos para descartar en un día cualquiera
5) Manualidades y material escolar
Como muchos sabréis, me encanta el scrapbooking y escribir cartas, así que organicé el material que tengo en un día diferente al de los “papeles”, porque para mí son cosas distintas. Lo junté con el material escolar (post-its, bolis, subrayadores, clips, pinturas, etc.) porque lo tengo todo en la misma habitación, así que fue bastante fácil.
Tiré un montón de bolígrafos y pinturas, grapadoras pequeñas que no me gustan, gomas de borrar roñosas, recortes que no he usado… Pero lo más duro de este día fue ordenarlo todo y buscar el sitio adecuado para cada cosa. Ha quedado todo estupendo, y estoy muy a gusto en esta habitación que utilizo a la vez para estudiar y para “jugar”.
6) Baño
En realidad debería decir “todo lo que hay en los armarios del baño”. El día que saqué todo lo que contenían los armarios, sentí un enorme placer, porque sabía que no iba a ser difícil descartar cosas: tiré sin pestañear todo el maquillaje (no uso maquillaje desde hace años), todas las horquillas y cintas del pelo, todas las muestras, y todos los botes de cremas que llevaban más de 2 años por allí abiertos. Las colonias sin usar se las regalé a mi madre, que le gusta llevar algún frasco para la mochila de deporte.
La verdad es que lo que más me costó ese día fue limpiar armarios y azulejos, pero quedó todo perfecto y con espacio de sobra.
7) Cocina
Después de organizar y limpiar la cocina tuve agujetas, no os digo más.
Saqué todo lo que había en los armarios, tanto los utensilios de cocina como la comida, y me pasé un buen par de horas limpiando con el famoso quitagrasas del Mercadona. Puse una balda de más en un armario de la terraza que uso como despensa, porque me venía mejor para organizar las tazas, y después de eso me pareció que, ya que estaba, podía limpiar los cristales de allí, de la terraza, así que una hora más sacando los cristales (son de esas ventanas correderas) y limpiándolos a fondo. Ya de estar… Todo esto después de que me llamaran los vecinos por una emergencia (una vecina se había caído en el baño y no se podía levantar), y me llevara un buen susto para el cuerpo.
A la hora de desechar, empecé por la comida caducada (2 bolsas de basura). Aquí me pasó como con la ropa: me daba vergüenza ver toda esa comida que compro por impulso de vez en cuando y dejo por ahí olvidada hasta que la tiro porque se caducó hace un par de años. Espero no volver a comportarme así, os lo digo de verdad.
La mayoría de los utensilios de cocina no son realmente míos, sino que son de mis padres (¡es su piso!), así que no deseché más que los que estaban estropeados (platos o vasos con muescas), y mis tazas. Solía tener tantas tazas que no me cabían en los armarios, así que siempre las tenía en la encimera y, sinceramente, una sola persona no necesita 20 tazas, así que descarté las que menos me gustaban, llevé alguna para el despacho (nos vienen fenomenal para tomarnos un tecito de vez en cuando), y tengo ya todas las restantes ordenadas en un armario.
Por primera vez en mi vida, estoy disfrutando de mi cocina.
8) Miscelánea
El último día lo dediqué a objetos sin categoría concreta. Saqué todo lo que me quedaba por ordenar de los armarios del pasillo, las estanterías del salón y los cajones de las mesillas de noche.
Aunque me llevó mucho tiempo, la verdad es que no fue ya tan difícil como los días anteriores, y acabé el día haciéndome un buen chocolate caliente con nata y bizcochos, para celebrarlo.
9) Objetos sentimentales
Es cierto que me faltan por ordenar las fotos y las cartas, pero físicamente ocupan tan poquito espacio en la casa que no me agobia nada verlas, así que he decidido dejarlas para más adelante, cuando pasen los exámenes.
En teoría, es esta la categoría más difícil de desechar. Creo que haré un solo album con las fotos que más me gusten y descartaré las demás. En cuanto a las cartas, como es un hobby, tiraré “las del pasado”, y conservaré alguna postal navideña especialmente bonita y las cartas de las amigas con las que me escribo regularmente.
¿Te animas a organizar tu casa?
El método KonMari es para todo el mundo que quiera llevarlo a cabo. En mi caso, vivo en un piso de 60 metros cuadrados que estaban aprovechados al máximo con muebles para almacenar cosas que ni siquiera me gustaban. Ahora es como si tuviera el doble de espacio en casa, y no echo en falta nada. Además, hasta el último objeto que poseo tiene un lugar asignado, de tal manera que siempre sé dónde tengo que ponerlo después de usarlo y nunca queda por ahí. Parece una obviedad, pero supone un cambio radical.
Lo que más me gusta es que todas las superficies están vacías: puedo limpiar el polvo sin tener que mover apenas ningún objeto y esto, a la vista, me da una paz inmensa. Antes siempre había un montón de cosas encima de todos los muebles y los estantes: montones de libros, el bolso rondando de un sitio a otro, papeles que no sabía dónde guardar, llaves… Estoy muy feliz con el cambio.
Para los que quieran sentir esta armonía hogareña os recomiendo que leáis el libro antes de poneros a organizar. Yo había visto algunos vídeos de la autora doblando ropa y lo había hecho con algunos cajones de los míos, pero sin haber descartado todo lo superfluo antes, y os aseguro que hay muchísima diferencia con lo que he hecho ahora tras haberlo leído un par de veces. Por eso creo que es necesario conocer todos los detalles del proceso antes de empezar, es decir, que creo que lo correcto es leerlo primero.
Y, para terminar, os anuncio que mañana publicaré otro post relacionado con el KonMari con consejos que me hubiera gustado conocer antes de ponerme a organizar; consejos que me habrían puesto las cosas mucho más fáciles, y que espero apliquéis si vais a organizar vuestra casa